jueves, 23 de julio de 2020

Experimento de Stanford

El poder de las situaciones

Philip Zimbardo seleccionó a 24 personas para estudiar de qué manera gente que no hubiera tenido relación con el entorno carcelario se adaptaba a una situación de vulnerabilidad frente a otros. Acondicionaron los sótanos de la Universidad de Stanford para que parecieran una cárcel, dividieron el grupo en dos (prisioneros y guardiacárceles) y, para darle más realismo, los prisioneros pasaron por una especie de proceso de detención, identificación y encarcelamiento.

Se introdujo un elemento de despersonalización a través de la vestimenta: anteojos negros y uniformes para los guardianes y ropa de cárcel numerada para los prisioneros. Es decir, ya no eran personas con identidad individual, sino que pasaban a ser prisioneros o guardianes.

Desde un punto de vista racional, no existía realmente ninguna diferencia entre unos y otros: todos estaban sujetos a la ley por igual y, de hecho, los guardias tenían prohibido lastimar a los prisioneros. Su función se limitaba simplemente a tenerlos bajo control y hacerlos sentir incómodos. Es decir, todo se basaba en lo subjetivo: la dimensión simbólica.

A lo largo del primer día ambos grupos estuvieron asimilando sus nuevos roles. Luego, en el segundo día, los prisioneros trataron de hacer una pequeña rebelión trancando las puertas con sus camas. Los guardias los reprimieron con un matafuegos. Desde ese momento dejaron de ser simples estudiantes y comenzaron a identificarse cada vez más con sus roles. Ese incidente había dejado ya en claro que había una situación de asimetría, que cada vez se profundizó más. Se generó una dinámica de dominio y sumisión simplemente basada en la ficción de "la cárcel de Stanford". Al poco tiempo los guardias ya ejercían maltratos sobre los prisioneros (negarles comida, humillarlos, hacerlos dormir desnudos, etc.), y el experimento, que originalmente debía durar 12 días, solo duró 6 días.

El experimento problematizó de forma muy interesante el efecto que tiene el entorno sobre nosotros, nuestro comportamiento y nuestro sistema de creencias. Así como la capacidad de lo subjetivo, a través de los símbolos, para crear realidades desde ficciones.


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