La desinformación al servicio de la guerra
Con base en información oficial proporcionada por Twitter, investigadores de EE. UU. estimaron que la desinformación viaja en Twitter seis veces más rápido que la verdad. En 2016 se acusó formalmente a Rusia de haber influido en las elecciones presidenciales de Estados Unidos a través del uso de bots (cuentas falsas manejadas por programas) en Twitter. La técnica consiste en poner a un enorme número de cuentas falsas a escribir comentarios sobre un tema específico. Esto crea la falsa sensación de que el tema es una tendencia y los algoritmos de la red social lo destacan.[1] El usuario común ve el tema destacado y por lo general no es capaz de distinguir entre las publicaciones de usuarios humanos y las publicaciones de bots. Se puede usar, por ejemplo, para atacar a un cierto candidato o para hablar en beneficio de otro. Rusia dispone de una institución llamada Agencia de Investigación de Internet que, en la práctica, es una fábrica de bots.
En noviembre de 2013 se desataron en Ucrania una serie de protestas en contra del gobierno de Viktor Yanukovich, acusado de corrupción, de enriquecimiento ilícito y de oponerse a un tratado de asociación entre Ucrania y la Unión Europea. Los ucranianos querían “dessovietizarse” y terminar con el mandato de un hombre que veían como un títere de Rusia. Estas protestas recibieron el nombre de Euromaidán[2] y lograron que Yanukovich dimitiera y huyera a Rusia.
Posteriormente Rusia, a través del apoyo de diversos grupos separatistas, anexó la península ucraniana de Crimea a su territorio y empezó una rabiosa campaña mediática para convencer al mundo de que esta anexión había sido legítima. La historia de Rusia y de los aparatos de propaganda se remonta a la agencia de noticias Sovinformburó, creada en 1941 por la Unión Soviética. Una estructura mediática que tenía como objetivo informar a lectores y oyentes a través de periódicos y de la radio sobre eventos militares internacionales y acontecimientos que sucedían en la URSS. Luego pasaría a llamarse Novosti Agencia de Prensa (APN) en 1961, con oficinas en más de 120 países y 45 idiomas. Posteriormente, en el gobierno de Gorbachov, la APN pasaría a ser RIA Novosti. En 2005 se lanzaría Russia Today (RT) como una red de noticias de tipo global en varios idiomas que dependía directamente del gobierno ruso.[3] Finalmente en 2013, bajo la administración de Putin, sería renombrada como Rossiya Segodnya con 80 oficinas a nivel mundial y diversas plataformas de comunicación multimedial como Sputnik.
Esta es la historia, por lo tanto, de una agencia de noticias estatal que sirve de espada de guerra al gobierno ruso. Aunque su objetivo, de acuerdo al decreto presidencial de Putin, es “proporcionar información sobre la política estatal de Rusia y sobre la vida y sociedad rusa para el público extranjero”[4], numerosos medios internacionales e incluso testimonios de exfuncionarios de la KGB y experiodistas de RT confirman que es un mero instrumento de propaganda. Noticias preparadas según el criterio editorial-ideológico del Estado ruso directamente envasadas y exportadas a todo el mundo.
Morgenthau, un autor de relaciones internacionales, propuso en Política entre las naciones que el poder puede comprender cualquier cosa que establezca el control del hombre sobre el hombre. Ya no hablamos de un programa de radio o de televisión que trataron de gastarle una broma al público. Ahora la cosa se pone seria. Hablamos de un Estado que dispone de un monstruoso aparato de propaganda para inundar el planeta con su propaganda. Muchos expertos proponen el término de una “guerra híbrida”. Rusia continúa apoyando las guerrillas separatistas y efectuando operaciones militares en contra de Ucrania, pero también invierte mucho en la expansión de su propaganda y de la desinformación. Las redes sociales se convierten así en un campo de batalla más.
En su guerra contra Ucrania, el Estado ruso ha incumplido innumerables acuerdos internacionales. Una forma de desviar la atención internacional es inundar todo con su propia narrativa: “Ucrania debe negociar con Rusia ya que no puede aspirar a un crecimiento económico sin esta”, “La industria ucraniana morirá sin Rusia”, “Rusia no comenzó la guerra contra Ucrania”, “El presidente ucraniano Poroshenko comenzó la guerra en el Donbás y esto llevó a Ucrania a la pobreza”, “Las sanciones de la UE no dañan a Rusia”, “Ucrania es una marioneta de los EE. UU.”, “Ucrania es un Estado neonazi”, “Las organizaciones internacionales manipulan con sus datos sobre Rusia”.
Es también una forma de aparentar poderío militar. El Estado ruso es consciente de que no puede seguir la vía de un ataque directo contra el bloque europeo de la OTAN. De allí la recurrencia en las notas de RT a publicar contenido como “el nuevo avión de combate ruso que hace temblar a EE. UU.”, “el ejército ruso se moderniza y hace temblar a las naciones vecinas”, “¿resistiría la OTAN un ataque de Rusia?”, etc. Narrativas que van construyendo en Internet el mito de la gran y poderosa Rusia. Narrativas que cabalgan memes de Putin montado en un oso o memes de rusos siempre dispuestos a resolver las cosas con armas, vodka o la mezcla de ambas cosas. Así es como los medios crean realidades. Así es como mucha gente cree lo que ve y actúa en consecuencia a lo que cree.
En una cartelera de subte en el corazón de Buenos Aires había un aviso de RT sobre las acusaciones de que Rusia había tenido parte en algunos ciberataques de hackeo. “Si hay evidencia de que los rusos tuvieron relación con un ciberataque, entonces lo más probable es que no hayan sido ellos”[5], firmado por el presidente del antivirus Kasperspky. Narrativas, propagandas y desinformación que cruzan fronteras e idiomas.
La desinformación, contrario a lo que muchos creen, es algo que realmente preocupa a muchos Estados y organizaciones. Google lanzó en 2018, por ejemplo, Fact Check Tools, un servicio para verificar información. En el mismo año la Comisión de la Unión Europea creó un grupo de expertos de alto nivel para realizar consultas acerca de la lucha contra las noticias falsas y la desinformación en Internet. El grupo incluyó a 39 expertos, entre los cuales hay representantes de organizaciones no gubernamentales, empresas de medios de comunicación y grandes empresas de Internet como Facebook, Google y Twitter. Hay medios especializados como Snopes y PolitiFact que se abocan a la tarea de verificar información. Muchos países están desarrollando programas educativos para que alumnos de primaria y de secundaria sean capaces de discernir las noticias falsas en Internet. Al respecto incluso han surgido juegos online con fines pedagógicos: BadNews, FakeNews, BBC iReporter.
[1] Muchos usuarios de Youtube utilizan técnicas parecidas para “comprar” bots que se suscriban a sus canales y así aparentar que tienen mayor audiencia.
[2] Las protestas tuvieron lugar en la plaza de La Independencia en Kyiv, conocida también como Maidán.
[3] Fuente consultada: http://rianovosti.com/docs/about/novosti.html
[4] Fuente consultada: «Putin orders overhaul of top state news agency». RT. 9 de diciembre de 2013. Consultado el 10 de diciembre de 2013.
[5] En el sentido de que son tan buenos que sería impensable que dejaran rastros.
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