viernes, 9 de noviembre de 2018

Movimientos contraculturales III

O cómo matar una contracultura

Como enseña la historia de los movimientos contraculturales, la muerte de los mismos estuvo ligada al proceso que los fue convirtiendo, progresivamente, en otra clase de productos más para consumir.

De esa manera lo que antes era un movimiento ligado a una determinada estética más una ideología (y ambas dos cosas estaban ligadas) ahora se convierte simplemente en estética vaciada de contenido ideológico.



Antes declararse antisistema implicaba adherir a una serie de practicas que al menos trataban de salir de la lógica del consumismo.
Hoy, ser "contracultural" o "antisistema" parece estar más ligado a consumir determinados productos culturales identificados como "alternativos".


La letra de "Somos Monster High" lo plantea de manera muy clara: es un producto de consumo para los que son "diferentes", "raros". Los que se sienten "excluidos" y que pueden identificarse con otros consumidores alternativos que buscan el mismo producto.
Y es que, de hecho, los diseños de Monster High abrevan directamente de estéticas contraculturales: diseños punks, góticos, rockabilly, steampunk, etc.



Sin embargo, de esas corrientes lo único que sobrevive en el producto es la estética. La historia de la serie es casi idéntica a la de la muñeca Barbie: chica nueva en un instituto que se abre camino entre las chicas populares, se integra al grupo de porristas y participa de triángulos amorosos.
La única diferencia entre Barbie y Monster High es que son productos que, pese a ser de la misma compañia (Mattel), apuntan a consumidores diferentes: por un lado las niñas que aspiren al mundo rosa y rubio de Barbie y por el otro las que prefieran ser "raras y especiales".
 
 

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