miércoles, 1 de mayo de 2019

Periodismo, difamación y consecuencias



Profesor escrachado en México en 2017: trasfondo del problema y sus implicancias.
En 2017 hubo polémicas por un fragmento de video de una clase de un profesor de secundaria llamado Ramón Urrea Bernal. En el video se lo ve hablando de manera grosera.


Muchos propusieron que se lo destituyera; se lo acusó de misógino, machista y hasta de violador. Incluso se hizo una petición en Change.org para lograr su despido y muchos famosos la mediatizaron. Algunos medios internacionales compartieron la noticia.
El profesor, realmente, estaba dando un ejemplo sobre violencia cotidiana para ilustrar un punto sobre el machismo social, como se aclara en otro video al que pocos prestaron atención.


Una periodista mexicana escribió una reflexión sobre el caso, sobre el peso de la condena social y sobre la irresponsabilidad del periodismo y sus consecuencias.

¿Lo difamé con un click? Usted tiene la culpa por existir

09/03/2017

Vanesa Robles


Palo dado quién lo quita. Por eso un profesor de la Preparatoria 10 de la Universidad de Guadalajara, Ramón Bernal Urrea, está en un procedimiento que lo podría dejar sin trabajo.

Las redes sociales otra vez.

La formidable herramienta para que los tímidos tengan amigos, los novios de lejos practiquen la intimidad, los diversos salgan del closet, algunas injusticias salgan a la luz y las revoluciones salgan al mundo, vuelve a mostrar un doble filo despiadado. También sirve para difusión de mitos, el discurso de charlatanes, las noticias sin confirmar, la difusión del miedo, las fotografías que no se hicieron donde se anuncia y las tomas parciales de videos.

Con palabras soeces el maestro de bachillerato intenta convencer a una alumna de la importancia de que las mujeres se integren al mundo laboral remunerado (una necesidad, pero sobre todo placer que han enarbolado los movimientos feministas desde el siglo XIX). Pone un ejemplo explícito –palabrotas incluidas– de una situación de violencia que para la vida real resultaría light. Continúa su clase. Alguien lo graba y edita; sólo publica el ejemplo explícito. Miles lo comparten. La popularidad del profe sube como agua del mar en tsunami… como maltratador, misógino, machista y violador; casi 80 mil vistas en YouTube, hasta ayer, a las dos y media de la tarde.

Una servidora pública distribuye, a través de la plataforma change.org, una carta para que el rector de la Universidad de Guadalajara, Tonatiuh Bravo, eche al maestro de patitas a la calle. Como-Change-nunca-se-equivoca hasta actores de cine firman la petición de despido. Mis amigas cercanas me mandan el video cortado para que me sume al linchamiento público y me llaman machista cuando hago preguntas para aclarar su fuente. Los medios ávidos de lectores fáciles toman la causa contra el maestro: se suben la mayoría de los locales, algunos nacionales e internacionales, de la talla de CNN y El País, que en algún momento fue ejemplo de periodismo impecable. Nadie se molesta en buscar a Ramón Bernal para conocer su voz, porque ustedes saben: vivimos en un tiempo sin tiempo. Que lo maten.

No hay duda: los videos siempre dicen la verdad… hasta que resulta que no.

¿Pero qué con los periodistas? Hace unos días escribí aquí mismo que en estos momentos el periodismo es el fiel de la balanza, ante una red saturada de información que muchas veces se toma como si fuera real, aunque sea falsa. Pero, por lo menos en el caso de Ramón Bernal, los periodistas caímos en la telaraña.

Hasta las tres de la tarde sólo había una disculpa publicada para Ramón Bernal Urrea, un profesor malhablado –que se sepa, hasta ahora eso no es delito– que tiene una familia, una vida y un empleo. La publicó la revista Reverso.mx.

El video completo de una clase que justo tenía la intención de evitar la violencia, tenía 163 vistas en YouTube, casi 179 mil menos que el video editado y por eso falso. La Universidad de Guadalajara anunció que comenzará un proceso para juzgarlo. Los activistas de Facebook tampoco pidieron perdón; al contrario, muchos de ellos cuestionaron el video completo, como si fuera un montaje post mortem y ahora además maldijeron el vocabulario del profe, al que un día antes acusaban de violento y hasta de violador.

Ni por morbo alguien se asomó al muro de Facebook de Ramón Bernal, en el cual el 23 de mayo de 2014 publicó una frase de Herbert Spencer: “El objeto de la educación es formar seres aptos para gobernarse a sí mismos…”, y antes, el 27 de febrero de 2012 compartió un artículo de Milenio titulado: “Algo como sociedad nos falta cuando ocurre la violencia desde el noviazgo”.

En uno de los capítulos de la serie británica Black Mirror le recuerda a un atribulado primer ministro inglés que internet no tiene reglas. No: las reglas deberíamos tenerlas nosotros antes de compartir información.

Hace unos años una publicación de Facebook privó a una familia morena de una niña rubia. Ahora la víctima es un profesor. Ellos tienen la culpa, para qué se les ocurre existir.

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