miércoles, 20 de junio de 2018

Donald en Nazilandia


Este cortometraje de Disney, estrenado el 1.ro de enero de 1943, recibió el premio al Mejor Corto Animado por la Academia. Forma parte de una serie de producciones de carácter propagandístico que fueron hechas en la II Guerra Mundial.
El corto de Walt Disney es, básicamente, propaganda americana antinazi.

Analicemóslo:

Comienza con música de Richard Wagner ("Los maestros cantores de Nüremberg").


El compositor encarnaba el ideal del nacionalsocialismo para Adolf Hitler.

En la primera escena aparece una banda de música militar alemana compuesta por líderes del III Reich:


Joseph Goebbels (Ministro de Propaganda) en el trombón;
Heinrich Himmler (jefe de las SS) en la caja;
Hideki Tojo (Primer Ministro de Japón y responsable del ataque a Pearl Harbour) en la tuba; Hermann Göring con la flauta travesera;
y Benito Mussolini con el bombo.
El grupo marcha ruidosamente en una pequeña ciudad alemana plagada de esvásticas alabando las ‘virtudes’ de la doctrina nazi. En un determinado momento, un gallo ronco grita ¡Heil Hitler! (en alemán ¡Viva Hitler!), una posible alegoría a la Francia ocupada por los nazis en la II Guerra Mundial.
Al pasar por la casa del Pato Donald le obligan a despertarse a punta de bayoneta para ir a trabajar. Ya despierto, Donald saluda a la manera nazi los retratos de Adolf Hitler, el emperador japonés Hirohito y Mussolini, al grito de Heil (viva o salve en alemán). A causa del racionamiento por la guerra, Donald desayuna una rebanada de pan duro (que corta con un serrucho, alusión a los panes adulterados que hacían con aserrín por la escasez), café preparado a partir de un solo grano de café, y un spray con sabor a jamón con huevos.
Tras leer Mein Kampf ("Mi lucha", libro de Hitler que combinaba elementos autobiográficos con doctrina del nacionalsocialismo) al grito de "¡Enriquece tu mente!", la banda de música lo saca a patadas y lo acompaña hasta una fábrica.


Al llegar a la fábrica a punta de bayoneta, Donald comienza su jornada diaria apretando la punta de los proyectiles de artillería en una cadena de montaje. Mezclados con los obuses, aparecen retratos del Führer, que Donald debe saludar en todo momento mientras sigue trabajando, para su disgusto. El ritmo de la línea de montaje se intensifica, haciendo así más difícil para Donald completar todas las tareas. Al mismo tiempo es bombardeado con mensajes acerca de la gloria de trabajar para el Führer.


Después de unas "vacaciones pagadas" frente a un telón pintado de los Alpes, que duran segundos, Donald es obligado a trabajar horas extra. Así, sufre una crisis nerviosa con alucinaciones lisérgicas y figuras de fuerte valor simbólico. Cuando las alucinaciones terminan, Donald aparece en su cama y se da cuenta de que todo ha sido una pesadilla. Recuerda que está en Estados Unidos y se alegra de ser un ciudadano estadounidense.

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